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INJUSTICIA EN EL ENCIERRO El pasado catorce de Julio, un joven desconocido ponía en riesgo su vida para evitar que un toro corneara a un doblador caído en el suelo. No sabemos cómo se llama, ni de donde es. Su hazaña no ocupó ninguna “primera página”, su actuación no abrió ningún telediario, ninguna radio lo entrevistó. Todo lo contrario, su hazaña desencadenó una serie de conductas, no por repetidas, menos sonrojantes. Ese héroe anónimo sufrió, de manera sucesiva y sin poder creer lo que le estaba pasando: 1º. La reprobación de gran parte del público de la plaza; 2º. La agresión de varios “ortodoxos” corredores del encierro; 3º. La retención y puesta a disposición de la Policía Municipal de su persona por parte de “espontáneos colaboradores”; 4º. La detención de este cuerpo policial; 5º. Por confirmar, la correspondiente multa del Ayuntamiento de Pamplona. A la hora de intentar explicar por qué ocurrió semejante injusticia, dos son las preguntas que nos tenemos que hacer: primera ¿la respuesta de público y de los “ortodoxos” hubiera sido la misma si la persona que cogió del rabo al toro, para evitar una probable cornada al doblador, hubiera vestido de blanco, presumiéndose su condición de pamplonés y buen corredor, en lugar de pantalones cortos y polo verde?; y segunda, ¿por qué damos por correcto, incluso positivo, el apaleamiento de aquellas personas que supuestamente infringen las normas del encierro, a manos de esos “espontáneos colaboradores”?. Respondiendo a la primera pregunta, es evidente que la reprobación del público y las agresiones de otros corredores se produjeron porque ni unos ni otros “vieron”, cegados por sus prejuicios, lo que realmente ocurrió. Dando por sentado que se trataba de uno de esos patas venidos de fuera, que no saben comportarse en el encierro de Pamplona. Descartando de antemano que al agarrar el rabo del toro sólo pretendía salvar una vida. Esta conducta tiene un nombre XENOFOBIA. Por lo que respecta a la segunda cuestión planteada, esto es, al hecho de que una persona fuera agredida físicamente, con el beneplácito del publico en general y la pasividad (¿cómplice?) de la Policía Municipal presente en el ruedo (no hay constancia que actuara contra los agresores), independientemente de que la victima hubiera incumplido o no el bando municipal sobre el encierro; No me queda sino recordar, a unos y a otros, que solamente la Autoridad , siguiendo un proceso con todas las garantías, tiene competencia para imponer sanciones; y que éstas, en ningún caso serán penas o tratos inhumanos (artículos 24 y 15 de la Constitución ). La falta de garantías procesales es propia de ACTITUDES TOTALITARIAS. Erradicar estas actitudes xenófobas y totalitarias, aún presentes en nuestro querido encierro, debe convertirse en una prioridad tanto para los responsables municipales, como para los medios de comunicación de nuestra comunidad. Debiendo llevar a cabo, como primer paso para lograrlo, una profunda reflexión y una sincera autocrítica de su posible corresponsabilidad en actuaciones como la ocurrida el pasado catorce de Julio, con sus respectivas campañas de “depuración” del encierro.
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